La belleza de Menorca va mucho más allá del tópico de las calas vírgenes de aguas transparentes y de rincones espectaculares para leer un libro o simplemente escuchar el ruido de las olas. A pesar de su reducido tamaño, (aproximadamente una hora de punta a punta), la isla nos ofrece una gran variedad de paisajes: acantilados y calas, barrancos y llanuras, pastizales y cultivos, bosques y matorrales. La sensación desde el avión es de paisaje monótono, está sensación desaparece completamente cuando nos calzamos las botas o montamos en la bicicleta para recorrer los senderos, atravesar los barrancos o bordear la costa con esas vistas al mar que sorprenden a cualquiera. Además del Camí de Cavalls, itinerario circular que da la vuelta completa a la isla, encontramos también senderos litorales y otros que conducen a ermitas y castillos o que comunican pueblos y “llocs” (las casas de campo menorquinas).
Aparte de esto, le sumamos la amabilidad de sus gente y la sensación de sentirte como en casa desde el primer momento. Eso sí, siempre con una pomada en la mano y con ganas de risas y diversión. Para esto mi buen amigo Toribio es todo un experto.
El pasado domingo madrugamos para salir en mtb por la zona sur de Ciudadela, hemos hecho unos tramos planos con mucha piedra con las bicis de la mejor tienda de ciudadela @totvelo y junto al experimentado @Tavibikes guía de Mtb y conocedor de todas las rutas de Menorca. Seguro que volveremos a hacer algo juntos.